¿Sabes? El otro día, cuando fui a tu casa, estuvimos hablando de muchas cosas; algunas interesantes, otras intensas, muchas bobadas y alguna que otra lagrimita...
Cuando bajé a la calle, y me dirigía al bar de mi madre, tenía una sensación agradable. Cómo si fuera acumulando y acumulando algo indescriptible en mi interior, en mi cabecita y al hablar contigo se desplomara. ¿Esa sensación de liberada? No me preguntes por qué me ocurre pero, cada vez que hablo contigo, me quedo pensando en qué sería si no estuvieras cerca, si no te tuviera como amga, si ni siquiera te hubiera conocido... Solo de pensarlo mi cuerpo tiembla, no me puedo imaginar nada de esto sin ti, sinceramente. No sé qué sería de mi. Explotaría. Estallaría en mil pedacitos.
Te entiendo perfectamente cuando dices que somos iguales pero diferentes. Yo creo en el destino, lo sabes ¿no? Y no creo que todo ocurra por las circustancias, mera casualidad, no lo creo para nada. Teníamos que conocernos, teníamos que ser Culis, estaba claro, nos necesitamos la una a la otra. Si una se cae, la otra la recoge y viceversa. Así funcionamos, y así salimos adelante. Como buenas campeonas. Porque no solo somos dos típicas adolescentes que intentan sobrevivir al primer amor... eso dejémoslo para las películas. Nosotras estamos sobreviviendo a la vida, tal y como se ve. Y vamos a poder con ella. Podremos con el dolor del primer amor, con las malas notas, con los padres, con los enemigos, con la selectividad, con el jefe, con nuestros hijos... Juntas, podemos con todo.

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