Hay momentos en la vida, en que te haces viejo de repente. Sin arrugas en la frente, pero con las mismas ganas de que te todo esto acabe. Y es e mismo momento le lanzas a la vida, un grito desgarrador, pidiéndole que te devuelva el pasado, y todo lo que este conllevaba… Deseas que algo llegue, cualquier cosa que te haga caminar hacia el futuro con los ojos vendados y sin mirar atrás otra vez más… Y es que si no hay nadie que te vende, te quedarías observándolo hasta tu muerte, con la mayor de las desgracias, preguntándote qué hiciste mal, qué fue lo que ocurrió… Y a medida que pasa el tiempo, notas que todo tiempo pasado fue mejor. Cada año mejor que el anterior, cada mes mejor que el otro, cada día mejor, cada hora, cada minuto, segundo… Y deseas tanto el volver atrás que vas caminando pasito a pasito, por el largo camino de tus recuerdos, bajando peldaño a peldaño todos tus momentos que consideras más felices. Vas bajando y bajando, cada vez más atrás hasta que el camino se ha acabado. Llegas a tu punto de partida. Has ido retrocediendo hasta el día en que naciste. Te quedas mirando. Y ahí estas, sufriendo, como siempre, entre lloros y lamentos, porque alguien te ha dado una palmada en culo, porque estas confusa, y no sabes si este mundo es para ti, no sabes que vas a hacer, es todo nuevo. Y dejas de mirarte un segundo, para ver la cara de tu madre. Está preciosa… ¿Verdad? Esa cara descansada, llena de luz y brillo. Con una sonrisa infinita. Así es como le has hecho sentir, feliz de traerte al mundo. Sube unos pocos escalones y fíjate, ¿ves? Ahí es cuando a tu tía enferma le diste un beso en esa carita arrugada pero preciosa igualmente, ¿viste la cara? Radiante, ¿verdad? Sigue subiendo, mira tu hermana, cantándole la canción que jamás olvidará, esa inventada por ti, que sueles cantar a menudo para recordar esas risas. ¿Ves las carcajadas? Si, ese momento en el que tocas fondo. Y en el fondo sólo estas tú. Y sólo te necesitas a ti. Porque ahí, es cuando te das cuenta de que no naciste para ser feliz, ni para que te hagan feliz. No, naciste para hacer feliz a otras personas, y de este modo sentirte tú en empatía con ellos. Naciste para hacer feliz a una persona. La misma que consigue la mayor de tus sonrisas cada día. Sí, esa persona tan especial. Esa persona como Belén Monforte Gómez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario